La sospecha de que la escuela ha
estado al servicio del capitalista viene de lejos, si vivimos en una sociedad
capitalista, sería lógico pensar que éstos se verían beneficiados de tener la escuela a su servicio, tanto
globalmente, al desempeñar funciones útiles para el capital como el capitalismo
como individualmente, ya que los hijos de la clase capitalista podrían
beneficiarse de acceso a las mejores escuelas, universidades, lo que les
aseguraría el éxito escolar, facilitándoles el acceso a las mejores oportunidades
sociales y perpetuando así sus privilegios pero quizás esto no es suficiente,
quizás los que tienen ventajas o parten de una posición privilegiada son los
hijos de las clases escolarizadas, dividiendo a éstos en: hijos de la clase
profesional-directiva y los hijos de la clase media funcional o clase de
servicio, ¿por qué? lo primero porque los colectivos profesionales
monopolizaban la oferta a sus servicios y lo segundo porque la complejidad de
las organizaciones exige una gestión cualificada y porque en nuestra sociedad
se ha logrado eliminar la compra y transmisión de los cargos totalmente en los
públicos y en parte en los privado.
Podríamos hablar entonces de una única clase social y de una escuela no del capital económico si no del capital cultural, escolar. Entonces sería de esperar que triunfasen los que ya traían de casa un capital escolar, que unas familias poseen y otras no, siendo éste el causante ahora de esa distribución desigual, tan injusto como cuando hablábamos del capitalismo económico, ya que cuando no se posee no se puede transmitir, pero aun poseyéndolo no es seguro que se transmita, lo que quiere decir, que el fracaso escolar también puede cebarse de familias de clase media y cultas, lo que lo convertiría en un problema público.
En resumen, la adquisición de este capital cultural no está garantizado ni para el que proviene de familias poderosas o adineradas, ni para los que tuvieron la suerte de estar escolarizados y escolarizar a sus hijos, ya que su adquisición tiene una dinámica propia, marcada por las diferentes formas de adquisición, de acumulación, de deterioro, por las distintas fuerzas implicada y por sus estrategias.
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