jueves, 4 de enero de 2018

Aprender a vivir juntos

A pesar de lo que decía Aristóteles "el ser humano es el animal más social de todos los animales" en la sociedad actual tendemos a ser cada vez más individualista fomentando la competitividad y el beneficio propio. Por tanto, aprender a vivir juntos es una aspiración que debe ser socialmente construída, tiene que ser objetivo de aprendizaje y de la política educativa. En este sentido puede considerarse la escuela como un ámbito "artificial" de socialización, en los que cobran importancia los objetivos de cohesión social, el respeto al diferente, la solidaridad y la resolución de conflictos mediante el diálogo.
Las reflexiones sobre este tema se pueden dividir en dos grandes categorías:
  •  la dimensión institucional hace referencia a que la autonomía de las escuelas, que ofrece libertad e identidad, no es incompatible con las experiencias masivas de conectividad entre ellas ya que enriquecen la socialización.
  •  el proceso enseñanza-aprendizaje que pone de manifiesto que la formación ética y de la personalidad va más allá de lo cognitivo, reconociendo la importancia de la educación emocional.
La escuela pasa a ser un elemento que educa en valores junto con la familia contribuyendo a formar ciudadanos y ciudadanas capaces de tomar decisiones, ser críticos, asumir responsabilidades y en definitiva construir un mundo mejor. 


Paulo Freire fue un importantísimo educador y pedagogo del siglo XX. Desarrolló una perspectiva dialógica en educación que incluía a todas las personas cercanas al entorno del niño y que, de una manera u otra, influenciaban su aprendizaje. Nos ofrece un modelo en el que participa toda la comunidad educativa y es en esa participación donde podemos encontrar la clave de todo. Nos referimos a las Comunidades de Aprendizaje y en otros posts se tratará sobre ellas.







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