Se puede decir que la
profesión que nos introdujo gloriosamente en la sociedad industrial se
precipita, ahora, a las puertas de la sociedad del conocimiento.
La escuela fue un
instrumento esencial y muy útil en la construcción de la modernidad, puesto que
sus guerreros, la profesión docente, dominaban plenamente el soporte del
conocimiento, la lecto-escritura, que debían hacer llegar al conjunto de la
población, puesto que eran, a menudo, los grandes escritores y lectores de la
época, manejando con soltura, desde la caligrafía hasta la expresión literaria.
Hoy no cabe decir lo
mismo, ni de lejos, su dominio de la informática y de Internet, esos
instrumentos que la mayoría de sus alumnos manejan sin problema, y muchos de
ellos con verdadera destreza, supone para los docentes todavía una caja negra
inescrutable.
El
ejército que nos llevó con éxito a la galaxia Gutenberg, no está en las mismas condiciones para llevarnos a la
próxima galaxia Internet, seguramente
tampoco ayuda la honda de desmotivación existente entre muchos de ellos,
originada en el profundo malestar de éstos ante la profunda indiferencia
incrustada en la sociedad, los medios de comunicación, y la red, por la cultura
y el papel del maestro como transmisor de ésta, además de en el desgaste de
energía que supone por parte de los docentes sumergirse en la batalla a muerte
por la atención de los escolares, frente a auténticos titanes, como son las redes
o los medios de comunicación, y con nuevas reglas de juego basadas en la Economía
de la atención.
Michael Goldhaber y Richard Lanham 2006, profundizan
en el concepto de la economía de la atención, concepto enunciado por Herbert Simon en 1971, hasta llegar a proponer que se trata
de un modelo económico emergente en la era digital. La atención es una
fuerza conductora (driving force) que permite lograr
efectos en los demás, permite acceder a sus conciencias para transmitir nuestro
mensaje.
En la era digital, el crecimiento exponencial de la información disponible, la facilidad de acceso ilimitado y la popularización de los medios de generar información permiten pensar en el paso de una economía basada en el intercambio de dinero a una economía basada en el intercambio de atención. El intercambio de dinero seguirá presente, pero se guiará por los flujos de redistribución de la atención, especialmente a través de la Red.
En la era digital, el crecimiento exponencial de la información disponible, la facilidad de acceso ilimitado y la popularización de los medios de generar información permiten pensar en el paso de una economía basada en el intercambio de dinero a una economía basada en el intercambio de atención. El intercambio de dinero seguirá presente, pero se guiará por los flujos de redistribución de la atención, especialmente a través de la Red.
Ésta
nueva visión conecta
con la idea del nuevo Capitalismo, el de la flexibilidad y las redes, definido
por Luc Boltanski y Ève chiapello, 2002, el cuál, no
encuentra correspondencia en la escuela actual burocratizada, y al viejo y
creciente descontento de la adolescencia encorsetada se une ahora la
insatisfacción por la inaccesibilidad al mercado de trabajo. La escuela
tradicional se configuró en buena medida
a imagen y semejanza de la empresa, lo cuál no sólo la dotó de legitimidad y
apoyo sino que le permitió convertirse en un campo de entrenamiento para
aquélla. Pero es difícil decir lo mismo hoy en día.
No obstante, es verdad
que las nuevas pedagogías, parecen
correr detrás del espíritu del nuevo capitalismo, lo que supone un incipiente y esperanzador brote verde.
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